De gobiernos y cyborgs
“¿No te estupidiza estar todo el tiempo mirando eso?” , me preguntaron hace poco, mientras me observaban en un día de trabajo sumergida completamente en diversas pantallas y redes. Para mí es habitual, hasta normal diría, sin embargo me llamó mucho la atención la mirada que todavía considera al universo digital como contaminación. Eso dice que aún creemos que podemos prescindir de él, con la misma fe con la que elegimos una cabaña en el medio de la Cordillera para no enterarnos de nada por quince días. Sin embargo, incluso allí todavía existe el momento en el que –haciendo uso del wifi al paso o el mínimo paquete de datos móviles disponible- sale una foto, un estado compartido, un relato de la experiencia que se escoge no demorar. Por contexto aunque no en la práctica, ya no somos analógicos, ni siquiera los no nativos digitales. Aún nos engañamos con la nostalgia de los tiempos del teléfono fijo y la localización o disponibilidad esporádica. La verdad es que preferimos estar a man