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Mostrando las entradas de junio, 2007

Los 4400

No es la serie de televisión, no. Tampoco es el total de la lista de ofendidos, suspendidos y humillados que arrastra cierto partido -de internas históricas y sin internas actuales- con vistas al próximo ruedo electoral. No. Es la cantidad de pesos que necesita una familia tipo para vivir en Comodoro Rivadavia durante un mes. Monedas más o menos, ese es el número imposible para muchos, apenas posible para otros e irrisorio sólo para unos pocos. Y de seguro más de una voz se alzará indicando que las mediciones no son correctas, que debió ser mucho menos, que es imposible. Quizás hasta la oficial indique 4000 y hasta nos parecerá mucho menos. Pero la realidad dista de ser una cuando quien trabaja en un comercio que paga hasta 30.000 pesos de alquiler por estar en una codiciada calle céntrica apenas gana un cuarto del número mágico. CR se ha vuelto el reino de las multi-realidades y no hay quien haya sabido sacarla de su encantamiento. ¿Dónde vivís si sólo ganás 1000? ¿Qué ropa usás? ¿Qué

Fantasmas

La figura de Juan Domingo Perón es uno de los eternos fantasmas de los argentinos. Cada tanto reaparece para desgranar una frase pulida de todo contexto, para hermanar o resistir, para evocar miedos o glorias. Tiene el magnetismo de los misterios y la presencia ominosa de los cucos de cuento, según la voz que lo evoque. En cualquier momento, con la excusa más bizarra o justificable, alguien se arroga el derecho de preservar su imagen o denostarla. Y otras veces, algunas almas buscan la letra para imaginar-decir lo que quizás aquel General alguna vez pensó... o no... Quizás, pienso, esas voces sean las más leales. Este fragmento fue escrito por una politóloga peronista de pasión aunque no de oficio. Ella se llama María Esther López y aquí está su palabra, para que encuentre en ustedes un destino. Juicio Final Tengo 78 años y acabo de morir. Por fin. No sé hacia dónde dirigirme ahora. Me llaman por allí, ya voy. Y esta mujer que no para de llorar. Qué hipócrita. Si ni lo siente. Claro, l

El otro lado

Uno podría suponer que estar del otro lado de un micrófono conlleva una cierta idea de clandestinidad, un cierto secreto no del todo comentado por falta de medios, de miradas cómplices y pensamientos verdaderos acallados. Y la verdad es que todas esas suposiciones son falsas. O, en tren de evitar el extremismo, digamos que todas esas suposiciones no son más ciertas que las que podrían hacerse en torno a estar "de este lado del micrófono". Si alguna vez te preguntaste qué no dice el famoso periodista que enfrenta la cámara, qué piensa el movilero que le pone el micrófono a un político siempre dispuesto a la auto-propaganda sin criterio ni mesura, o qué diría cuando se apaga la luz de aire aquel locutor que escuchás cada mañana, es porque estás del otro lado. El otro lado se queda afuera de mucho... pero tiene mucho más para contar, con un sentido de realidad presente y urgente. Después de algunos años de tener un micrófono enfrente, ahora estoy de este lado: fuera de micrófono