Unos pocos perros verdes
En el imperio del petromaterialismo hablar de valores, esencia y principios es un gesto de anacronismo ya no siempre perdonado. Si bien nunca he sido una nostálgica de las que enuncian que "todo tiempo pasado fue mejor", en estos días no puedo evitar sentirme un tanto perdida entre tanta maroma que nos dice que las cosas son como son y poco podemos hacer por cambiarlas. Que he sido y soy una idealista lo confieso y, según la época, con mayor o menor sentido de la realidad. Pero ¿no te pasa últimamente que llegás a un punto cada día en el que te gana la indignación, seguida de un profundo estado de indefensión, cuando ves que los límites que nos protegen como ciudadanos, como trabajadores, como miembros de una sociedad, se vulneran con total impunidad? Los cambios en las reglas de juego te dejan invariablemente fuera de la que solía ser tu cancha y el dueño de la pelota de ocasión te mira socarrón mientras vos desgranás argumentos para seguir en juego. El nivel de relajación e