Despabílate, amor
Medianoche. En una calle perdida de un barrio marginal un taxista pierde la recaudación del día a manos de un pibe de 14 que quizás nunca aprenderá que robar no está bien. Con esos pocos pesos, se le van también la “sensación” de seguridad, las ganas de seguir laburando, el ánimo para pelearle a la vida un poco de dignidad. El crimen paga. El trabajo no. Seis de la mañana. Una chica sale de su casa para tomar el colectivo. Vive en los kilómetros. Es la época del año en que todavía es noche a esa hora. La parada le queda cruzando un terreno baldío grande como dos canchas de fútbol. La iluminación no venía incluida con el plan de viviendas estatal. A mitad de camino, la cruza una camioneta de transporte de personal de una empresa petrolera. Lejos de sentirse protegida por la presencia, se siente amenazada. Los gritos de los hombres distan mucho de ser protectores. Se pregunta si tiene que soportar eso, mientras baja la mirada y camina lo más rápido que puede. Once de la mañana. En pleno