La marcha de un hombre pequeño
No debiera ser tan difícil describir una campaña presidencial, lo que al fin y al cabo era el objetivo cuando comencé a escribir esta columna. Sin embargo, la tarea ha amenazado con convertirse en inabordable. Los actores de esta trama entran y salen de la escena con la velocidad de la fama de “la chica del verano”. Hoy son candidatos, mañana se descartaron, pasado los impostulables vuelven a etiquetarse, y siempre hay uno que todavía lo piensa. En medio del revoleo de arena, el tejemaneje pre-electoral lo enreda todo. En nuestro país ya no hay decisiones pequeñas, fotos intrascendentes, gestos insospechados ni diálogos casuales. Palabras como “conspiración”, “estabilidad institucional” y “renuncia” son pronunciadas con una ligereza tal que el tablero tiembla y los jugadores se preguntan cómo mantendrán las fichas en juego el tiempo que sea necesario, o si acaso alcanzarán a batir los dados para el próximo movimiento. En este esquema, no son muchos los nombres que se arriesgan a largar