Mascota
Si las ganas son esa mascota que nunca nos hace caso y vive en sus tiempos sin culpa, así están las mías. Varias veces llegué a esta pantalla en blanco en los últimos 12 meses. Le tiré un montón de letras, más producto de catarsis arrebatadas que de puros deseos de compartir una historia. La guardé como un documento con un título que fue mutando desde “columnas” hasta “ideas” o un hastiado “que digan lo que quieran”. La borré hasta dejarla prolija de nuevo. Hace un mes decidí eliminar todos esos fragmentos de nada y dejar que otras pantallas emergieran de su ruido blanco. Ahora intento recordar algunas de esas líneas y pocas apenas asoman a la memoria. No estaban ahí, entonces. No realmente. Durante todo este tiempo de fluir caprichoso, me encontré a mí misma dibujando y arriesgando nuevos proyectos, aprendiendo nuevas artes y formas, compartiendo círculos de emprendedoras y líderes comunitarias, creando desde menos cero, y hasta volviendo a manar radio… pero desde otro lugar. H