El mejor de los nuestros
A veces me escucho decretos que no estoy tan segura que debieran tener vigencia. “Todo pasa por alguna razón” . “Es lo que es” . Y ahí, en el lote de los últimos meses, se acomoda un clásico por reiteración: “el mejor de los nuestros” . La última vez que lo pronuncié asociado al mismo personaje político de siempre, pensé si realmente lo era. Si a todas luces neutrales era el mejor de los nuestros. Tal vez sí, y su entorno no. Quizás ser el mejor no importe tanto, después de todo. Señalar a los nuestros como generación y como pertenencia, como parte de una camada de supuestos cuadros bisagra que no terminan de encontrar la pared ideal para amurarse, es un ejercicio de identidad contemporánea casi no abordado. Los nuestros como contraste de los que nos antecedieron e incluso de los que nos siguen desde las generaciones posteriores. Los nuestros como construcción colectiva de aquellos que se superaron en función de logros precedentes, pero no a sí mismos en las visiones heredad