Elecciones
Los días que vivimos nos dejan en el limbo de ser sólo un engranaje en la enorme e implacable maquinaria de la vida más que post-moderna. El gran sueño americano for export va resultando en pesadilla. “El desencanto del desencanto” llamaba uno de mis profesores universitarios a este pulso caótico y nihilista de la post post-modernidad. La necesidad de pertenecer a mundos exclusivos nos signa como parias si no tenemos a nuestro alcance el poder para abrir esas puertas. El desamor de los seres más cercanos, queridos y por ello impunemente crueles –como observaba Borges- nos aisla en capullos impermeables. El listón de la perfección nos castiga en el día a día, exiliándonos de futuros posibles. En el vórtice de una era que mastica seres humanos sin piedad, ¿qué es lo que nos mantiene en camino? En menos de seis meses dos personas de mi entorno decidieron que vivir no era para ellas. Sin anunciar razones ni intentar despedidas. Sin gestos estridentes. Casi sin señales perceptibles. Sólo as...