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Políticamente incorrecto

Cioran escribió una vez: "por qué cualquier cosa antes que nada?"... y yo hace ya mucho que me pregunto lo mismo cuando me pesan los cielos plomizos y las realidades inconclusas. Hace unas semanas estaba bajo uno de esos cielos, parada en el medio de una ocupación de tierras en la zona norte de Comodoro Rivadavia. Uno podría decir mucha teoría sobre la toma ilegal de la tierra. Y a partir de ahí hacer diagnósticos, evaluar alternativas, barajar posibilidades, sacar conclusiones, delinear políticas… Uno teoriza mucho y fácil con realidades que no son las propias. En pos de entender, escucho por qués que me suenan cercanos, con los que me podría identificar sin mayor problema. Pero la posta me la dice una de los okupas: “esto no es lo correcto”. Inmediatamente se pregunta qué lo es cuando las entregas de lotes parecieran estar eternamente digitadas por cercanías y relaciones, por criterios de marginalidad, por cualquier parámetro que no abarca a los -cada vez más- nadies del m...

Quijotes, Sanchos y molinos

Contar fábulas siempre se me ha antojado un capricho no resuelto. Nunca sé del todo cómo dar con los finales aleccionadores o felices, y la moralina se me hace repetitiva y aguada. Esta noche lo reintento porque quiero escribir sin que alguien decida borrarme la letra. Esta noche creo mucho menos de lo que creía a las 6 de la tarde. Esta noche se me cayó un ídolo. Supongo que a todos nos pasa alguna vez. Esa persona que creíamos inteligente, brillante, distinta y que a la postre, en el tira y afloje de la cotidianeidad, termina siendo más débil, mezquina y humana de lo que ya somos los que peleamos por zafar. Y, a qué negarlo, puestos ante nuestra debilidad y sumada la decepción somos seres frágiles y muy volátiles. Verán… es que yo adoro a los visionarios, pequeños Quijotes de nuestros tiempos con ideas propias y ritmo para germinarlas. Torpes y arrebatados, cuando cuidan el detalle tienen el mimo excesivo de los niños para con lo más frágil. Me pierdo en horas de escuchar sueños impo...

La otra marcha de los pingüinos

Hoy vivo en una ciudad que se dispone a movilizarse. Comodoro Rivadavia, el emirato patagónico, dice “basta” de una manera que no es la ideal, sino la que proviene del pisoteo y el hastío. Es un “basta” reaccionario. Cansada de alzar voces individuales, apuesta a crear un ruido común. El fusilamiento de un comerciante en un robo hace unos días vino a dibujar la línea roja que marcaron mucho antes la sociedad trelewense en nuestra provincia y ni qué hablar de la porteña a nivel nacional. Ya no alcanzan los anuncios de más efectivos policiales. Ya no sirve el flamante Código Procesal Penal. Ya no nos contenta la petrobonanza. Ya no nos suena ejecutivo el anuncio gubernamental de turno. Todo tiene gusto a poco, a extemporáneo, a zarpazo desesperado. La ola nos ha pasado por encima a todos y nuestra propia falta de previsión nos ha acorralado. Ya nadie está seguro detrás de las rejas y los códigos de alarma, con el dedo en la tecla del portero eléctrico que habilita la entrada al negocio e...