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Los que venimos marchando

De  los años transcurridos desde que soy una ciudadana con derecho a votar, he marchado mucho. Mi primera marcha fue contra el terrorismo, por las víctimas del atentado contra la Embajada de Israel. Era 1992. Recién me había mudado a Buenos Aires y vivía a seis cuadras de la calle Arroyo. El día de la bomba, llegué más tarde de lo acostumbrado y no entendía nada mientras pasaba por calles con vidrios rotos y gente que corría hacia el lugar. Dos años después, sin paraguas que frenara la lluvia casi constante, marché hacia la Plaza del Congreso luego del atentado contra la AMIA. La amiga que habíamos buscado durante horas sin saber dónde estaba, marchaba al lado mío. La tristeza nos traspasaba. Llorábamos como muchos. No había palabras que describieran nada. Sólo dolor.  Ese día, cerca de donde estábamos paradas en silencio, un grupo intentó agredir a un político. Siempre recuerdo las palabras que decíamos y escuchábamos a nuestro alrededor: “no, no vinimos a eso; no ...

De gobiernos y cyborgs

“¿No te estupidiza estar todo el tiempo mirando eso?” , me preguntaron hace poco, mientras me observaban en un día de trabajo sumergida completamente en diversas pantallas y redes. Para mí es habitual, hasta normal diría, sin embargo me llamó mucho la atención la mirada que todavía considera al universo digital como contaminación. Eso dice que aún creemos que podemos prescindir de él, con la misma fe con la que elegimos una cabaña en el medio de la Cordillera para no enterarnos de nada por quince días. Sin embargo, incluso allí todavía existe el momento en el que –haciendo uso del wifi al paso o el mínimo paquete de datos móviles disponible- sale una foto, un estado compartido, un relato de la experiencia que se escoge no demorar. Por contexto aunque no en la práctica, ya no somos analógicos, ni siquiera los no nativos digitales. Aún nos engañamos con la nostalgia de los tiempos del teléfono fijo y la localización o disponibilidad esporádica. La verdad es que preferimos estar a man...

Al diablo con el invictus

Desde 2009, Mandela se parece mucho más a Morgan Freeman, y los Springboks nos recuerdan que somos capitanes de nuestra alma y amos de nuestros destinos . No ha pasado más de unos pocos meses en los que no vea publicado el famoso poema de William Ernest Henley en un estado de Facebook, su línea más resonante en un tweet, o la escuche recitada por alguien con total solemnidad en contextos de resistencia. Hace un par de meses me lo encontré colgado en la pared de una oficina, sin poder evitar la sorpresa por el lugar ni frenarme al enunciar el asombro en voz alta. Tal vez no todos sepan que ese poema victoriano sí acompañó a Mandela en sus años de prisión, mas nunca fue entregado al capitán de la selección sudafricana de rugby para alentar épica alguna. Una licencia de guión, la necesidad de añadir poderío a la historia –como si acaso lo necesitara- y esa evasiva de la realidad que toma el cine como marca propia nos han privado de una sensación de perseverancia que tal vez hubie...

Neonómades

En los últimos cinco años he vivido en tres ciudades diferentes y viajado por varias provincias. He trabajado en proyectos desde locales a internacionales con la misma laptop destartalada y muchas veces moribunda en la que escribo este post . Varios smartphones quedaron en el camino, y uno prestado apenas sobrevive ahora para la tarea. De alguna forma pasó que dejé de tener una base fija para mi trabajo y las carteras dieron paso sin preocupación a mochilas y morrales.   Me he conectado desde aeropuertos, colectivos de larga distancia, cafés y restaurantes, sedes de gobierno, auditorios y salones de eventos, puntos de acceso libre en plena calle o espacios de co-working . He re-visitado esos locutorios que sobreviven como pueden y usado las impersonales PC de cortesía que aún existen en algunos hoteles. Tengo al menos dos chips de telefonía móvil constantemente en uso, desde cualquier lugar, y una configuración en app para cuando falla todo. En un estuche, duermen varios ...

Pequeñas historias de horror

Desde fin del año pasado escucho pequeñas historias de horror sobre aquellos y aquellas que van perdiendo sus trabajos e ingresos, y lo mucho que eso afecta toda su vida y las de los suyos. En un segundo no hay más sueldo para vivir, carrera para estudiar, oportunidades educativas para los hijos, sostén para los padres, tratamientos médicos, ahorros para proyectar, planes… futuro. Hace unos días escuché el último racconto y tuve un impulso que no sentía hace mucho tiempo: las ganas de volver a escribir. Mal, como saliera, con teclas oxidadas y sin estilo. No importaba, y testimoniar sí. Tal vez me cansé. Quizás ya no me sirve admitir en voz baja a algún amigo que lloro con muchas de esas vivencias que me cuentan. Por ahí ya me resulta un insulto ese hay que aguantar del desafortunado discurso que cunde entre propios cómodos y ajenos encumbrados. O será porque pienso que el punto de quiebre social ya se superó y nadie estaba mirando. “Ahí”. La palabra chiquita que res...

#MiUnicoHeredero

Hoy cumplimos un mes, esta columna y yo. Ha sido una relación compleja, con hastíos e indiferencias, cargada de nuevos comienzos y desafíos renovados. Volvemos a elegirnos. ¿A ver si esta vez logramos?  Con la militancia digital pasa lo mismo que con esos novios que no son lo que tus viejos, familia y amigos esperaban para vos – demasiado muchas cosas de esas “raras” y poco de lo que se ajusta al molde “como debe ser”. Igual destino corre el resultado: a vos -que estás de cabeza en la cancha- nada te importa menos que la tribuna y ni qué hablar al novio, que ya venía bastante liberado de entrada. Perdón!? , diría una concejal comodorense cuando empieza a indignarse. Si. Eso pasa. Y por ahora el novio solo es peronista, porque el radical apenas comienza a tomar nota y el resto de los partidos pasea entre la química instantánea y el desencanto. Juguemos a hacer zoom en algunas muestras de esto tan raro. Zoom in a uno de los candidatos a intendente 2011 e...

Las otras vigilias

Al atardecer de este día cada año, frente al mar, cada vez menos comodorenses se reúnen para compartir la Guardia de las Estrellas, el ritual de vigilia con el que los veteranos locales eligen esperar el 2 de abril. Según el año hay más o menos actividad y concurrencia, músicos locales que acompañan con su arte, el Ejército con su eterno chocolate bien caliente para pelearle al frío, y el acompañamiento de los que se sienten convocados para recordar a sus héroes. Hace dos o tres vigilias, se abrió una muestra histórica con elementos de combate, fotografías y coberturas de prensa en el cercano Centro de Promoción Turística. De esa noche recuerdo una foto de un diario local mostrando una columna de los chicos que salían del Aeropuerto “General Mosconi” hacia las islas. Me recuerdo mirando esas caras y pensando cuántos de ellos habían vuelto a sus casas y cómo, descubriendo en los ojos esa mezcla de incertidumbre y miedo que trasuntaba el papel. No sé cuándo comencé a as...

La marcha de un hombre pequeño

No debiera ser tan difícil describir una campaña presidencial, lo que al fin y al cabo era el objetivo cuando comencé a escribir esta columna. Sin embargo, la tarea ha amenazado con convertirse en inabordable. Los actores de esta trama entran y salen de la escena con la velocidad de la fama de “la chica del verano”. Hoy son candidatos, mañana se descartaron, pasado los impostulables vuelven a etiquetarse, y siempre hay uno que todavía lo piensa. En medio del revoleo de arena, el tejemaneje pre-electoral lo enreda todo. En nuestro país ya no hay decisiones pequeñas, fotos intrascendentes, gestos insospechados ni diálogos casuales. Palabras como “conspiración”, “estabilidad institucional” y “renuncia” son pronunciadas con una ligereza tal que el tablero tiembla y los jugadores se preguntan cómo mantendrán las fichas en juego el tiempo que sea necesario, o si acaso alcanzarán a batir los dados para el próximo movimiento. En este esquema, no son muchos los nombres que se arriesgan a largar...

Latidos bicentenarios

Entre el fuego de las ideas y las pasiones de la política diaria, hoy comienza el despertar irremediable y bicentenario. El bronce de la gloria fundiéndose con la sangre de nuestros ancestros latiendo, milenaria y ansiosa. Los tiempos se renuevan y el pensamiento busca el salto cuántico que lo eleve hacia otro lugar, hacia el nacimiento de otra nación. Y en medio de esta turbulencia supongo que podría escribir sobre inmortalidades y glorias, sobre próceres y prohombres, sobre ilustres e Historia… pero sólo me sale recordar las manos quebradas, las fotos de sepia, los heroísmos anónimos, las historias de familia contadas alrededor de una mesa. De todo el andamiaje que sostiene 200 años de patria, elijo creer que este es el fundamental, el arco ojival de nuestra Argentina gótica, compleja, misteriosa y exquisita que ansía siempre elevarse. En los días que vienen muchos recordarán las voces del pensamiento fundador, pero quizás las más olvidadas sean aquellas que más me inspiran. Aquellas...