Había una vez…

Había una vez un lejano petroreino que volvía a tener Intendente. Había una vez una mesa redonda de gabinete, con lobos viejos y muy pocos corderos. Había una vez un pueblo que soñaba con ser Camelot.

En las intrigas de palacio, que comenzaron incluso antes de llegar, los rumores jugaban un ajedrez que movía piezas de acuerdo a los ánimos políticos de más arriba, de los zigzagueantes pasillos y las promesas por cumplir. Y así amaneció Enero: con la resaca de un Diciembre de primeros nombramientos y poca acción, la promesa de un lejano Marzo que agite el avispero y, en el medio, la muy mala pata de un derrame de petróleo que se transformó en la primera crisis de la gestión y sirvió de primer espejo de los ruedos encontrados que se jugarán el poder dentro de la misma de aquí en más.

Que el poder político está relacionado con los manejos de las “cajas”, con el armado y control de cuadros propios internos y externos, y con muchísima cintura es lo que hay que tener en claro como el ABC para hacer política y llegar lejos en nuestra tierra. El idealismo queda para la palabra que se lo lleve y lo enarbole en cada turno electoral, y claro también para el ciudadano que lo crea y lo avale con su voto. Algunas campañas apuestan al “orden”, otras a la “transparencia” y las más cercanas de la temporada 2007-2008 se han centrado en el “cambio”. A la hora del verdadero juego, nada de eso cuenta.

De cara al tablero de este juego, es interesante encontrar, en este primer rostro que nos devuelve lo ocurrido en Caleta Córdova, el desplazamiento de poder desde la figura del Secretario de Gobierno “Maní” Corchuelo Blasco” a su par de Gestión Territorial Ricardo Trovant en tándem con el ViceIntendente Sergio Bohe. A ningún observador escapa que estas últimas son dos figuras mucho más ligadas al núcleo dasnevista que el primero, postergado según dicen los corrillos por su creciente protagonismo en la gestión y el núcleo político-familiar que habría comenzado a regestarse para sostener el poder en el largo plazo.

Pero volviendo a la delantera Trovant-Bohe, ya a algunos preocupa en voz alta el blindaje que ambos pudieran hacer de una Administración Buzzi, con Buzzi incluido. Más bien recuerdan la línea Touriñán-Gaitán que mantuvo a flote la gestión Simoncini y sostuvo a raya también los rumores e intenciones que encaminaban aquella gestión en el largo plazo hacia la figura del entonces Vice Ángel Gioino, una mucho más fuerte y avalada. ¿Será esto un repetir todos los pasos, a modo de prueba y error, a ver si la idea era al fin de las que funcionaba?

El aval a la nueva dupla de poder local representa una puesta de pie en tierra que tuvo un interesante precedente en el escandaloso -en tiempos democráticos- desplazamiento del cuerpo de abogados de la Asesoría Letrada municipal, quienes habían ingresado a esa función mediante uno de los pocos concursos públicos que la estructura municipal recuerde en muchos años. Se los invitó a no volver, sin más fundamento que el contenido en la Resolución que determina el cese de sus contratos. O sea, ninguno. Era de esperarse que, si las intenciones de sumar “abogados integrales” fueran tan firmes como han sido enunciadas, se hubiera llamado a un nuevo concurso, con estándares más altos de los utilizados en el último y que nos permitieran a todos los contribuyentes conocer qué tipo de servicios pagamos. Nada de eso ocurrió y los puestos fueron cubiertos de la misma tradicional manera oculta, dejando marcado el terreno.

Sumado a todo lo anterior, fuente de inagotables sorpresas parecen ser los sucesivos Boletines Oficiales, con designaciones de personajes en primeras y segundas líneas más que cuestionados en el ámbito municipal y algunos incluso con actividades “desprolijas” en su haber.

En la historia de este reino al Sur, nadie ha logrado sostener su corona por encima de las intenciones y designios del Norte. Es una bendición mientras dura la campaña hacia el poder y se torna en una maldición cuando la convivencia comienza. El que avala, impone. Quizás esa sea otra de las reglas del juego político, una que muchos aprenden demasiado tarde. Quizás sea justo decir que esto recién comienza, que todavía hay tiempo de juego para que mucho decante, otro tanto sea modificado y quizás, tal vez, al fin esta vez, algunas cosas cambien. Sin embargo, no estaría demás seguir el hilo de la historia para que no lleguemos al final del cuento y nos encontremos sin perdices.

La visión que porta el nuevo Intendente es de las más prometedoras y con más vuelo que haya contenido la política vernácula en los últimos tiempos. Tiene background intelectual, mentalidad moderna, formación integradora y tiene también –por qué no decirlo- la ambición necesaria para sostenerse, pero cabe la duda sobre qué podrá hacer en medio y con esa mesa redonda en la que muchos caballeros no reconocen más Camelot que el suyo propio, un rey sentado en Fontana y el poder de una Excalibur que todavía nadie logra sacar de la piedra de un lejano Valle.