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Mostrando las entradas de 2008

Ella camina sola

No la conozco. Es más: hasta hace un mes, ni siquiera sabía su nombre. Quizás la haya visto en algún pasillo, como al pasar. Quizás, si me esfuerzo cuando me la describen, puedo vislumbrar que alguna vez la he cruzado durante algún almuerzo. Me cuentan lo que ha pasado con ella y lo escucho absorta. Primero por la curiosidad humana normal, después con gran incredulidad, más tarde de lo que hubiera querido le sigue la indignación y, mucho después, la tristeza. Y desde ese sentimiento decido hoy escribir sobre este secreto a voces que muchos disfrutan y tantos otros comparten todavía sin saber muy bien qué hacer con él. Quizás sea una leyenda urbana de la petrociudad. Quizás no. No es fácil dirimir entre realidad y ficción en estos tiempos. Cuenta la historia que, hace unos meses, una mujer que trabaja en una empresa en la que su género todavía es minoría llevó su notebook corporativa al departamento de sistemas de la misma empresa. Se la devolvieron sin el menor comentario y, poco despu

Chubut’s Next Top Model

Déjenme preguntarles algo: ¿cuántas veces han escuchado algo y pensado “lo tomo como de quien viene”? Apuesto a que más de una vez. Esa postura nos lleva a filtrar de quién vamos a tomar algo como válido y de quién no… aunque lo dicho sea en esencia lo mismo. Días atrás, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el Dr. Ricardo Lorenzetti, criticó duramente la puerta giratoria de la Justicia como parte de un diagnóstico sobre el rol de los jueces en la problemática de la inseguridad. Si vivís en Chubut, lo venís escuchando hace años. Lo suele decir el Gobernador Mario Das Neves. Y cada vez que lo ha dicho, las solicitadas de Colegios de Abogados, el propio poder Judicial Provincial y todo el arco mediático han salido al cruce de esas declaraciones considerándolas desde un atentado a la democracia hasta un exceso verbal, con varias paradas intermedias. Sin embargo, a Lorenzetti no le ha pasado lo mismo. Sus palabras merecieron debate pero no quejas airadas. El tono de l

La paternidad del cambio

Yes, we can. Sí, podemos. Horas y horas de multimediática atención mientras medio mundo se obamizaba . Es épica en estado puro, es camino y lucha, es lo pequeño que se hace enorme, es el encuentro con destinos de grandeza, es el triunfo del postergado o la reivindicación del final. Y aunque la historia no sea la nuestra, nos identificamos, nos fascina, nos inspira, nos agiganta, nos da poder. No soy ciudadana estadounidense y, por lo tanto, no voto. Sin embargo, esta madrugada me quedé viendo los canales de noticias sin cesar hasta que el nuevo presidente electo de los Estados Unidos de América terminó su discurso y la gente comenzó a dispersarse. En su momento hice lo mismo cuando ganó Michelle Bachelet su elección en Chile y también cuando Cristina Kirchner hizo lo propio de este lado. Y cuando hace unos días atrás tuvimos la rareza de reconocer en vida la figura de Raúl Alfonsín, durante años desdeñada por partidarios, opositores y su propio pueblo. Anoche me maravillé con el domin

La otra marcha de los pingüinos

Hoy vivo en una ciudad que se dispone a movilizarse. Comodoro Rivadavia, el emirato patagónico, dice “basta” de una manera que no es la ideal, sino la que proviene del pisoteo y el hastío. Es un “basta” reaccionario. Cansada de alzar voces individuales, apuesta a crear un ruido común. El fusilamiento de un comerciante en un robo hace unos días vino a dibujar la línea roja que marcaron mucho antes la sociedad trelewense en nuestra provincia y ni qué hablar de la porteña a nivel nacional. Ya no alcanzan los anuncios de más efectivos policiales. Ya no sirve el flamante Código Procesal Penal. Ya no nos contenta la petrobonanza. Ya no nos suena ejecutivo el anuncio gubernamental de turno. Todo tiene gusto a poco, a extemporáneo, a zarpazo desesperado. La ola nos ha pasado por encima a todos y nuestra propia falta de previsión nos ha acorralado. Ya nadie está seguro detrás de las rejas y los códigos de alarma, con el dedo en la tecla del portero eléctrico que habilita la entrada al negocio e

Es el lobby, estúpido

Reinventada hasta el cansancio, la frase “es la economía, estúpido” marcó toda una época en lo que a discurso político se refiere. Por si no conocen la historia, se las resumo. George Bush, el padre, iba de campaña presidencial en los Estados Unidos del Norte frente a Bill Clinton allá por el ‘92. Los números no favorecían a los demócratas cuando James Carville, estratega de la campaña Clinton, armó un cartel para su equipo con tres lineamientos para enfrentar el tanque Bush que avanzaba y se alejaba usando como punta de lanza el dominio en política internacional. Las tres frases de Carville fueron: - Cambio vs. Más de lo mismo - La economía, estúpido - No olvidar la salud pública El cartel trascendió el ámbito interno de la campaña y la segunda frase se convirtió en el caballito de batalla de Clinton, uno que lo llevó hasta la Casa Blanca. A modo de legado a la posteridad, la línea quedó para el uso del mundillo político y mediático, y se ha adaptado a los más diversos focos de atenci

Nobleza obliga

Quienes han seguido este blog fuera de micrófono, y antes mi voz desde el otro lado del micrófono, sabrán lo cercano e importante que ha sido para mi el cabildeo por el estado de la Ruta Nacional 40 entre Esquel y Gobernador Costa. Hace unos días regresé de un largo viaje rutero en el que transité ese tramo por primera vez en años. Después de meses y meses de voces amigas contándome destrozos y mejoras y nuevos destrozos, pude verlo todo por mí misma. En honor a la verdad, hay tramos todavía deshechos por baches con diploma de cráteres o banquinas comidas por el paso de los vehículos pesados y algún que otro invierno. En general, la señalización de advertencia varía entre muy buena e inexistente. Prima la muy buena, así es que tomo lo inexistente como un detalle a ser salvado, con urgencia claro está. Hay tramos hechos a nuevo y ya mostrando algunas huellas de desgaste por el tránsito de camiones que no perdona. Pero hay otros en los que se observa el trabajo ya hecho o en progreso, lo

Paisaje

Desde dentro del capullo virtual les escribo a ustedes, que me leen metidos en los suyos propios y apenas asomando sus narices. Afuera el ruido sigue con lo suyo: malas ideas, mismos candidatos, fiebres del oro, precios más altos, intentos vanos, pujas personales, revanchismos, guerras anónimas, abusadores con renombre, buenas intenciones que pavimentan el camino al infierno diario. Y nosotros, en nuestras trincheras, tratando de sobrevivir. A todo y a nada. Esta vez no hay megacrisis argentina que nos esté arrasando, es sólo que la vida se ha vuelto una minicrisis diaria que hay que ir sorteando como se pueda. Les propongo asomar los ojos, aunque sea entrecerrados… Fijemos la vista en ella, que es joven y pelea, pateando la ciudad contra los prejuicios mientras omite en el currículum poner dónde vive porque la sacaría de carrera sin la menor oportunidad. Es valiente. Entra en comercios donde atienden mal a los clientes y peor a los que buscan un trabajo, y pide permiso para ofrecer su

Pecados de juventud

Ya no hay escapatoria a la más patente de las realidades políticas de los últimos años en lo que a nuestra ciudad y nuestra provincia se refiere: la nueva generación llegó al poder. Aún más: al menos desde la brecha de quién les escribe, somos congéneres de los nuevos reyes de las olas político-institucionales. Esa es una de las cabezas de esta hidra que en algún momento creímos justa y sabia. La portadora del cambio, las nuevas prácticas institucionales y la conjunción de conocimiento e imaginación puestas al servicio de un sistema en crisis. Mas como suele suceder en la mayoría de las revoluciones, el devenir cotidiano nos demuestra que compramos el espejismo de un cambio que no se manifiesta con la espectacularidad que siempre esperamos. Jóvenes universitarios, sí, pero con un ancla demasiado leve en la experiencia ligada a las realidades más crudas y hasta se diría al sentido común más simple. Nueva dirigencia política, sí, pero con las viejas prácticas ya hechas carne por la tutel

Comodoro era una fiesta

Somos petroleros. Todos. Desde el primer al último habitante de nuestra ciudad, si es que tal orden existiera. Sin importar en qué trabajemos o si estamos en la búsqueda. Sin siquiera movernos de nuestras casas. Somos petroleros virtuales, sin las 12 horas de yacimiento y los regímenes 7 por 2. Pero somos petroleros. Somos petroleros cuando pagamos alquileres de 1.000 pesos por una pieza en un garage de un barrio marginal. Somos petroleros cuando un par de botas no baja de los 200 pesos o una campera de 400. Somos petroleros cuando una pizza común y corriente pasa los 30 pesos y salir a comer nos enfrenta a una irrealidad en la que una ensalada llega a los 40 pesos. Somos petroleros porque nuestra vida se mide en lo que podemos alcanzar y lo que no, según lo que ganamos por mes. Adiós al ahorro, la planificación y los gustos. Adiós al futuro de largo plazo. La vida se disfruta a billetazos o no se disfruta. El futuro es hoy… o a lo sumo, mañana. Somos petroleros porque vivimos etername

Algún día...

Brindemos por este día. Por las rutas despejadas que nos han traído hasta él y que alguien más abrió por nosotros. Por los caminos que tuvimos que abrir a fuerza de resistencia y compromiso, para no tomar la vía fácil. Por quienes nos precedieron y quienes nos acompañan en la aventura. Pequeña periodista virtual y casi olvidada, me niego a dejar que esa pequeña parte mía que saltaba de emoción ante una historia descubierta en primicia o adivinada como punta de mucho más que merece ser contado, desaparezca para siempre. Sin título que me avale, sin más formación que el ejercicio del día a día, a pesar de pareceres y opiniones, me siento periodista. Quienes no estén de acuerdo, pues sabrán disculpar la licencia que me tomo. Hoy levanté la copa con dos amigas nuevas por la profesión casi perdida, recibí un par de mensajes de otros dos o tres amigos que aún me recuerdan y me prometí a mí misma que algún día volveré a ese ruedo en el que las palabras tienen destino, las visiones que podrían

Despabílate, amor

Medianoche. En una calle perdida de un barrio marginal un taxista pierde la recaudación del día a manos de un pibe de 14 que quizás nunca aprenderá que robar no está bien. Con esos pocos pesos, se le van también la “sensación” de seguridad, las ganas de seguir laburando, el ánimo para pelearle a la vida un poco de dignidad. El crimen paga. El trabajo no. Seis de la mañana. Una chica sale de su casa para tomar el colectivo. Vive en los kilómetros. Es la época del año en que todavía es noche a esa hora. La parada le queda cruzando un terreno baldío grande como dos canchas de fútbol. La iluminación no venía incluida con el plan de viviendas estatal. A mitad de camino, la cruza una camioneta de transporte de personal de una empresa petrolera. Lejos de sentirse protegida por la presencia, se siente amenazada. Los gritos de los hombres distan mucho de ser protectores. Se pregunta si tiene que soportar eso, mientras baja la mirada y camina lo más rápido que puede. Once de la mañana. En pleno

Elefantes y tortugas

Un hombre pasea por un camino y de repente ve una tortuga en la cima de un poste. Le pregunta al primero que se le cruza: ¿qué hace esa tortuga arriba del poste? El otro le contesta: no sabemos qué hace ahí arriba, pero en dos cosas hemos logrado ponernos de acuerdo –que alguien la puso ahí y que no podemos hacer nada más que ayudarla a bajar. Este texto, palabras más o menos, llegó a mi correo electrónico apenas unas semanas después de la asunción de las nuevas autoridades electas en todo el país. Para nuestro pequeño enano fascista argentino, ya era necesario –casi urgente- bajar a alguien. No es una modalidad extraña, ya que en los últimos años he visto desfilar frente a mis ojos –cada vez más desesperanzados, lo confieso- los mismos dos o tres chistes con los nombres de los presidentes/gobernadores/intendentes de turno. Es parte del folklore político nacional, lo sé. Pero como todo gesto mínimo, importa toda una dimensión de significados ocultos. Pasados los meses, recuerdo esas lí

Otro hombre común

Se levanta temprano, muy temprano. Se mira en el espejo y piensa: “un día más”. No tiene escape de la rutina de estos años. Es lo que le ha caído en suerte, o más bien, es lo que ha buscado. Y con cada día que pasa, esa suerte-búsqueda le pasa la factura de cada uno de los viáticos que lo han dejado donde está. El peso se siente. Es físico. Hoy, por ejemplo, no tiene ganas de ir a trabajar. Repasa el speech mental, eso de tirar siempre las mismas líneas ante las mismas posibles preguntas. Todo cambia. Nada cambia. Tampoco tiene ganas de afeitarse. Tiene un día largo y sabe que, al final, alguien le reprochará también ese olvido. Juega a la apuesta mental de pensar quién será de todas las “ellas”. Es que los hombres se supone que no se fijan en eso. Después de todo, quizás hasta pueda imponer un look . La idea lo anima. Enciende la radio y la primera oleada se le viene encima. Se recuerda a sí mismo que la información no para, que las cosas siguen su curso, que nadie perdona nada. Par

Elecciones

Los días que vivimos nos dejan en el limbo de ser sólo un engranaje en la enorme e implacable maquinaria de la vida más que post-moderna. El gran sueño americano for export va resultando en pesadilla. “El desencanto del desencanto” llamaba uno de mis profesores universitarios a este pulso caótico y nihilista de la post post-modernidad. La necesidad de pertenecer a mundos exclusivos nos signa como parias si no tenemos a nuestro alcance el poder para abrir esas puertas. El desamor de los seres más cercanos, queridos y por ello impunemente crueles –como observaba Borges- nos aisla en capullos impermeables. El listón de la perfección nos castiga en el día a día, exiliándonos de futuros posibles. En el vórtice de una era que mastica seres humanos sin piedad, ¿qué es lo que nos mantiene en camino? En menos de seis meses dos personas de mi entorno decidieron que vivir no era para ellas. Sin anunciar razones ni intentar despedidas. Sin gestos estridentes. Casi sin señales perceptibles. Sólo as

Tú tan periodista

Uno de los primeros fue Costes y la Bizarra… pero claro, era Costes. Otro día fue Luenzo… pero es que Luenzo siempre es Luenzo. Y otro fue Otero… pero bueno, también él… Cada tanto era Bravo y su Rawsonline… pero vamos… que también las cosas que publica. Son polémicos. Son contras. Están enquistados. Lo suyo es ser opositores. No entienden. Argumentos a pedir de boca. A raudales. Repetidos hasta el hartazgo. Es claro, eran los otros. Después fue “la prensa”, “algunos periodistas”, “ciertos programas”. Así, como cuerpo abstracto e inerte. Eran los culpables, los que creaban climas, los no justos, los que informan mal. Creo que hasta algún diputado provincial todavía electo habló de “terroristas”. Y ayer… ayer fueron Saúl Gherscovici y Radio Del Mar. ¿Y ahora? ¿Quién sigue en la lista? ¿Ahora qué? Ahora nos sorprendemos, nos indignamos, repudiamos, nos solidarizamos. Durante años hemos prestado oído, micrófono, cámara, aire, espacio a quienes han denostado la práctica del periodismo cuan

Un mundo de sensaciones

E. vive en el Máximo Abásolo. Uno de los barrios más populosos e infames de Comodoro. Las calles muchas veces ni siquiera pueden ser consideradas más que huellas. Las casas son precarias. La grilla urbana, desdibujada y por momentos incierta. E. tiene dos rutas para llegar a su casa. Una antes de las ocho de la noche y otra de ahí en más. A la segunda la llama “la ruta segura”. Me encuentro llevándola de regreso después de un evento de la institución en la que colaboro y donde trabajó varias horas. Es muy tarde. Digamos casi las dos de la madrugada. Me explica que tengo que seguir por donde vamos hasta que se termine el asfalto, y después seguir más, hasta que se termine la avenida ahora de tierra. Que a partir de ahí, ella me va a guiar. Vamos hacia esa parte de la ciudad que apenas existe para la otra parte. Estigmatizados, sus habitantes muchas veces ni siquiera consiguen trabajo cuando dicen donde viven. E. me cuenta que un día, estando en otro trabajo en la zona norte de Comodoro,

Rivadavia

Siempre he sostenido en mi círculo de amigos que se termina hablando tanto de política y gestión municipal porque no hay otras cosas de las que hablar. Para empezar, Comodoro (¿debiera poner “Rivadavia”?) tiene mucha “historia político-institucional”. Y como en toda historia, a los memoriosos les encanta recuperar el rastro de ciertos personajes que se reciclan sin ser ecologistas. Gracias a ellos, las nuevas generaciones tenemos memoria del quién es quién, del positivo pero también del que se trata de ocultar. Y ese es el que deriva siempre en el Dr. X y el flamante Secretario Y, haciendo racconto de su pasaje por cargos, líneas internas y movimientos con la capacidad de adaptación intacta. Pero esta es la razón obvia de por qué no podemos zafar del tema. Veamos otras. Comodoro (R) carece de farándula. El conocido chupete distractor de la actualidad nacional. No tenemos vedettes pulposas, ni modelos impactantes, ni actores o actrices renombrados haciendo declaraciones reveladoras. Ni

Ellas

Ellas son únicas, fuertes y poderosas. Benditas y perennes, me enseñan y guían con la acción, con la firmeza de sus pasos, con la convicción de sus miradas. Luchan, no se rinden, les duelen las injusticias pero siguen con esperanza. Son las mujeres que me rodean, se ríen y bailan conmigo al ritmo de la vida. A ustedes, queridas y fascinantes congéneres, gracias infinitas y "feliz día" en este día... al menos hasta que conquistemos la igualdad en todos y cada uno de los otros. Estamos en camino.

Gracias!

A los colegas de Cheyole.com que me invitaron a escribir para ellos. Aquí está el resultado... http://www.cheyole.com/2008/02/29/ciudadania-global/

Cuatro años y un día

Hoy es 29 de Febrero. El primero después de cuatro años. El último día que vivió Susana. Un día como hoy terminó sus vacaciones en Esquel, se subió a un auto y emprendió el camino de regreso a Comodoro. Nunca llegó. La Ruta Nacional 40, entre Tecka y Gobernador Costa, le llevó la vida. Susana era genial, graciosa, leal. Era una de mis mejores amigas. Nada es lo mismo cuando los amigos se van tan pronto y sin avisar. Es una de esas verdades de la vida que tiene una tristeza tan profunda como ausencia de razones. Días después del accidente empezamos a investigar antecedentes, sólo para descubrir que el mismo lugar había sido testigo de varios otros por las mismas razones. Encontramos registros de las gestiones de las Cámaras de Comercio de Comodoro Rivadavia y Esquel ante Vialidad Nacional, declaraciones de autoridades provinciales relacionando las altas cifras de accidentes viales con el mal estado de las rutas, gestiones de legisladores nacionales ante los organismos correspondientes p

Hay equipo

Hoy cerró la primera encuesta que decidí incluir en este espacio. La consigna era: “Si Mario Das Neves fuera candidato a Presidente en el 2011…” y las posibles respuestas pasaban por “lo votaría”, “no lo votaría” y “no sé si lo votaría”. Once lectores contestaron la encuesta. Se me dirá -y yo lo aceptaré- que es un número ínfimo. Ni siquiera da para un diminuto botón de muestra. Como sea, es interesante. Si de 11 personas, dos lo votarían, dos no saben y siete optan por el absoluto no, quizás algo se pueda leer detrás de las líneas ajustadas y llevar a números más grandes. Dejaremos las lecturas para los Richelieu de bolsillo que rondan -y en hordas a veces- a las figuras de poder por estas tierras, mientras olfateamos en el aire esa máxima argenta que indica que la misma fuerza que sostiene es la que un día se cansa y aplasta. Estos últimos cuatro años para muchos tienen el signo de la desesperación, de acomodar el ganado antes de que se cierren las tranqueras de acceso tan bien habil

Pobre niña rica

Siempre me ha asombrado esa extraña actitud de pataleo que tenemos los comodorenses y que, sin querer queriendo, nos aleja de todo lo que podríamos ser. Hablo de ese berrenchismo de nena malcriada que quiere todo lo que los otros tienen y, cuando consigue algo en particular, lo mira con desdén, lo hace a un lado, quiere lo otro que no le dieron y se deshace en reclamos invocando justicia y alegando merecimiento. Que mi ciudad se merece destinos de grandeza es algo en lo que elijo creer. Todos pensamos más o menos lo mismo de nuestros lugares en el mundo. Sin embargo, hay un detalle: la única barrera entre mi ciudad y su destino somos los comodorenses. Raza no gregaria, todavía hoy –pasado el boom migratorio- miramos con desconfianza a los no tan recién llegados y seguimos socializando de la puerta para adentro con “los de toda la vida”. No generamos espacios de encuentro, actividades de inclusión, nuevos lugares con identidades múltiples. Todo es nosotros, lo nuestro, lo nyc. Y miramos

Paréntesis

Hoy no tengo ganas de pensar en tableros políticos ni vanidades del mismo ramo. Sí quiero escribir, desde hace unos días, sobre algo importante que nos estuvo pasando y no dependió de urnas, ni de iluminados, ni de posicionamientos. La semana pasada, por primera vez en mucho tiempo, fuimos una comunidad. Nos unimos en torno a una causa en común, extraño como suena. Algunos, por el rédito económico. Otros, por estar ligados a la actividad que convocaba. Y muchos otros –más anónimos, quizás- por sostener y reconocer el esfuerzo que alguien, a quien sólo conocíamos por nombre o profesión, había hecho para todos. Es casi un relato épico, donde el héroe no porta espada sino vela, pero al mismo tiempo es una historia de un hombre común y de su gente. Es la historia de una persona que imagina una oportunidad. Le da forma al ideal y le suma compromiso. Se lanza literalmente al mundo y le cuenta de esa posibilidad, todavía muy pequeña como para poder convertirse en algo palpable. Los años pasan

Good Show

A veces pienso que en materia de gestiones culturales vamos perdidos. Así, sin chance de optimismo. Pensarlo no sería nada si no fuera porque, más o menos cada cuatro años, la idea tiene a reafirmarse. Superado el asombro de ver confundir y sojuzgar conceptos sin tregua, más de una vez sólo queda la profunda desazón de ver que, capítulo tras capítulo, se repite la historia. Y no pasa por una mera resistencia al cambio, como se ha declarado con absoluta convicción. Pasa por el hastío de ver cómo la cultura también se ha convertido en territorio de deterministas que deciden qué es cultura y qué no, y lo comunican con una ligereza tal que deja entrever más que firmeza de carácter, llana ignorancia. De cada ciudad en la que he estado, argentina o extranjera, siempre me ha cautivado por partes iguales el circuito oficial con sus museos, muestras y teatros, como el circuito alternativo con la informalidad del arte callejero, la música al paso y las voces de las minorías que distan mucho de s

Había una vez…

Había una vez un lejano petroreino que volvía a tener Intendente. Había una vez una mesa redonda de gabinete, con lobos viejos y muy pocos corderos. Había una vez un pueblo que soñaba con ser Camelot. En las intrigas de palacio, que comenzaron incluso antes de llegar, los rumores jugaban un ajedrez que movía piezas de acuerdo a los ánimos políticos de más arriba, de los zigzagueantes pasillos y las promesas por cumplir. Y así amaneció Enero: con la resaca de un Diciembre de primeros nombramientos y poca acción, la promesa de un lejano Marzo que agite el avispero y, en el medio, la muy mala pata de un derrame de petróleo que se transformó en la primera crisis de la gestión y sirvió de primer espejo de los ruedos encontrados que se jugarán el poder dentro de la misma de aquí en más. Que el poder político está relacionado con los manejos de las “cajas”, con el armado y control de cuadros propios internos y externos, y con muchísima cintura es lo que hay que tener en claro como el ABC par